sexta-feira, 29 de outubro de 2010

Bush había ordenado derribar los aviones secuestrados el 11-S

Clarín

Nueve años después del crítico momento en que extremistas islámicos secuestraron los aviones comerciales el 11 de septiembre de 2001 para estrellarlos contra el World Trade Center de Nueva York y otros sitios clave de Estados Unidos, el ex presidente George W. Bush reveló que había dado la orden de interceptar y abatir las aeronaves capturadas, repletas de pasajeros.

Lo hizo en su libro “Decision Points” (algo así como “Momentos de decisión”), donde relata detalles de su vida como presidente estadounidense y su paso por el alcoholismo, adicción que confesó públicamente. El texto autobiográfico saldrá a la venta el 9 de noviembre, pero el sitio Drudge Report adelantó ayer algunos pasajes.

Allí, el ex mandatario cuenta que en un primer momento creyó que aquel fatídico 11-S se había cumplido su orden y que habían sido cazas estadounidenses los que habían derribado el aparato de United Airlines que se estrelló en Pennsylvania.

Después de ser secuestrado, el Boeing 757-222 de United se acercaba a Washington, donde –se presume– los extremistas buscaban golpear el Congreso, en sintonía con los ataques al Pentágono y las Torres Gemelas de Nueva York, poco antes. Según los investigadores, algunos pasajeros lograron entrar a la cabina del piloto y enfrentar a los secuestradores , pero no pudieron evitar que el avión cayera en las cercanías de Shanksville, lo que causó la muerte de las 44 personas a bordo.

En su libro, Bush admite que ordenó a cazas militares derribar los cuatro aviones comerciales secuestrados. Todos volaban con su carga de pasajeros, entre los que se hallaban grupos extremistas que tomaron el control de las cabinas. El gobierno estadounidense acusó desde el primer momento a la red terrorista Al Qaeda. Dos de las aeronaves fueron estrelladas contra las Torres, lo que provocó que ambas se derrumbaran en cuestión de horas. El tercer avión sobrevoló Virginia hasta terminar impactando en un sector del Pentágono.

Los atentados dejaron unos 3.000 muertos. Era la primera vez que se usaban aviones comerciales como armas. Esto generó una reacción de temor generalizado en todo el mundo y llevó a la mayoría de los países a alterar las políticas de seguridad aérea.

Bush no sólo reveló en su biografía esta decisión política, sino también algunas cuestiones personales. Gran parte del libro gira alrededor de la lucha del ex presidente republicano contra el alcohol, y su triunfo sobre esa adicción gracias a su “reconversión” al cristianismo. De hecho, la publicación comienza con una pregunta sencilla, aunque determinante: “¿Puede usted recordar el último día en el que no bebió un trago?”.

Pese a lo extenso del libro, Bush no se refiere a su sucesor, el demócrata Barack Obama, y aparecen “muy pocos disparos contra sus críticos”, según Drudge Report . Hay capítulos dedicados al desastre causado por el huracán Katrina y a la crisis financiera. Y se destaca una anécdota sobre su relación con el entonces príncipe Abdullah, hoy rey de Arabia Saudita.

El ex presidente relata que Abdullah llegó “muy enojado” a su rancho en Texas a causa del apoyo de Washington a Israel. Cuando estaba a punto de irse de Crawford, el príncipe vio a un pavo en el camino. Al parecer, Abdullah tomó la presencia del ave como una “buena señal” y permaneció en el rancho, donde profundizó su amistad con el entonces presidente de EE.UU., cuenta Bush.

En otro capítulo se refiere al debate nacional sobre el uso de células madre para curar enfermedades, y en particular comenta la carta que le envió Nancy Reagan, en la que le expresaba los sufrimientos del ex presidente Ronald Reagan, afectado por el mal de Alzheimer. Pese a eso, Bush se opuso a cualquier investigación médica que utilice células madre, aún si servían para tratar el Alzheimer. “Sentí la responsabilidad de expresar mis convicciones en favor de la vida y llevar al país hacia lo que el papa Juan Pablo II llamó la cultura de la vida”, escribió.

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