quarta-feira, 21 de julho de 2010

Los mensajes de Hillary Clinton a Osama bin Laden

Clarín

Cuando la canciller de Obama, Hillary Clinton, asegura que Osama bin Laden, esa especie de Guasón del George Bush-Batman, está vivo y refugiado en Pakistán ¿qué intentará implicar con esa afirmación? ¿Sugerir que la endemoniada, por lo ineficiente, enredada y aparentemente corrupta estructura de inteligencia norteamericana, tiene datos sobre que efectivamente el barbado multimillonario saudita ha sido visto en alguna montaña paquistaní? ¿O, más bien, lanza un mensaje encriptado al complejo gobierno castrense-civil de este poco fiable aliado nuclear norteamericano respecto a que Washington puede esperar cualquier cosa de Islamabad?

La cuestión da para elegir. Sobre todo si se tiene en cuenta que Osama bin Laden, el terrorista ex aliado de la Casa Blanca durante la lucha contra los rusos soviéticos en Afganistán, y a quien se atribuyeron los atentados contra las Torres Gemelas del 11 de setiembre de 2001, no ha vuelto a aparecer desde hace casi una década. Hay informes, hubo grabaciones, algun video, pero son pruebas que, frente al desorden que exhibe el espionaje norteamericano como está revelando The Washington Post en estos días, aparecen filtradas por todas las sospechas,
No son claras muchas cosas alrededor de Bin Laden. Sólo se sabe que fue poderosamente armado y cuidado por EE.UU. cuando creó "la base" (la famosa Al Qaeda) destinada a expulsar a los ateos comunistas de Afganistán, épica que podemos ver aún en las repeticiones televisivas de las películas de Rambo protagonizadas por el fornido depresivo Silvester Stallone.

El millonario de este relato era parte de una familia de la alta burguesía árabe, repartida por el mundo y con enormes negocios en Norteamérica, incluso en parte de las empresas petroleras que el joven Bush manejo con escasa fortuna antes de llegar al gobierno de Texas o a la presidencia estadounidense.

Osama sería algo así como la oveja negra de una dinastía de oro muy influyente de este lado del mundo. Por eso, tras el 11-S, hubo un esfuerzo enorme para sacar de Estados Unidos a toda la familia y evitar un mal trago a estos socios históricos en los grandes negocios petroleros y de construcciones civiles.

Pero hoy día nadie sabe si es verdad o un mito más de los tantos que se han echado a rodar, que Bin Laden haya tenido relación con esos atentados. Es, en todo caso, una noción que simplemente se repite por inercia, pero no hay una sola prueba que demuestre que ese barbado y estrafalario ultrarreligioso wahabita hizo el atentado. La confusión es interesada: se necesita siempre un enemigo de porte tan propagandístico como Luthor o el citado Guasón para aumentar el impacto y la confianza en el bueno del relato. Se dirán que han habido videos en los cuales Osama aparece reivindicando los ataques. Es cierto, también sucedió en las calles palestinas. Pero no hay ninguno en el cual se confirme que este sujeto ordenó los atentados, y menos aún que detalle cómo fue que se planificaron y se ejecutaron. Osama era un enemigo de Est ados Unidos, porque era un enemigo de la corona árabe, aliada incondicional de Washington. Nadie tanto como la jerarquía vertical de Riad tenía interés en deshacerse de ese provocador e imprevisible individuo que aspiraba tomar el poder.

Una idea más frecuente entre algunos analistas es que Osama habría terminado sus días en la breve y aplastante invasión norteamericana de Afganistán hace casi nueve años, que barrió del poder a los Talibán, el grupo ultra que gobernaba ese martirizado país desde la caída de los rusos.
Y es ahí donde aparece otra vez el fantasma paquistaní. Los Talibán son un invento de Islamabad, formados en la madrazas creadas en racimo durante la guerra fría para evitar que ese mundo acabara en manos de Moscú. Y que fueron enviados hacia Afganistán para desintegrar los últimos focos de rebelión comunista que pudieran haber quedado de la era de la URSS, un despotismo pero ilustrado que de todos modos hizo mucho más por el país asiático que todo el despotismo no ilustrado que vino después.

Estados Unidos esta perdiendo la guerra en Afganistán. La campaña choca contra un enemigo tribal multicéfalo y en medio de una población que ha desarrollado un encono enorme hacia Occidente, fomentado en particular por los aliados que se han elegido ahi: el gobierno corrupto del presidente afgano Hamid Karzai, recientemente reelegido en elecciones que dieron para todas las formas de sospecha concebibles, o el del dictador Pervez Musharraf en Pakistán, luego relevado por el insignificante y también dudoso Asif Ali Zardari, el viudo de Benazir Bhutto. Esa colección de espectros difícilmente puedan alguna vez revertir una crisis que los amenaza también a ellos. La frase de Hillary que coloca a Osama vivo y en territorio paquistaní tiene esa resonancia de que "alguien nos ha traicionado". Y si....

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